Activismo desde el corazón: enviando esperanza a Corea del Norte

May 18, 2024 #Mundial

El sol apenas calentaba, pero el aire seguía frío en la isla Seokmodo, Corea del Sur, en abril. En la orilla del mar, Park Jung-oh arrojaba al agua botellas de plástico llenas de arroz, con Corea del Norte como destino final.

Aunque esta acción ha sido su compromiso durante casi una década, desde junio de 2020, Park no podía hacerlo abiertamente, ya que Corea del Sur prohibió el envío de material “anti-Corea del Norte” a través de la frontera.

“Enviamos las botellas porque la gente de la misma nación se muere de hambre. ¿Está tan mal?”, pregunta Park, de 56 años. Aunque la prohibición fue anulada en septiembre pasado por el Tribunal Constitucional, Park decidió esperar para evitar llamar la atención.

Finalmente, el 9 de abril, volvió a arrojar las botellas a plena luz del día. El flujo y reflujo del mar serían más pronunciados, lo que permitiría que las botellas llegaran más rápido al Norte. Para Park, esto marcó un nuevo comienzo en su activismo.

Park abandonó Corea del Norte hace 26 años. Su padre, un espía norcoreano que desertó, obligó a toda la familia a huir. El régimen inició una campaña de difamación y prometió perseguirlos.

Cuando vivía en el Norte, Park veía cadáveres en la calle de personas que morían de hambre. Se horrorizó al escuchar cómo soldados saqueaban granos durante la temporada de cosecha en la provincia de Hwanghae. Nunca imaginó que alguien muriera de hambre en esa zona rica en arroz.

En 2015, Park fundó Keun Saem con su esposa para enviar suministros en botellas de plástico a Hwanghae. Consultaron expertos locales y el Instituto Coreano de Ciencia y Tecnología Oceánicas para calcular los mejores días para enviar las botellas.

Cada botella contiene un kilo de arroz, una USB con música y videos, y a veces, un billete de un dólar. Durante la pandemia, también incluyeron analgésicos y tapabocas. Sin embargo, la prohibición en diciembre de 2020 los obligó a actuar en secreto.

A pesar de la revocación de la prohibición, enviar botellas es más difícil. La falta de donaciones obliga a Park a financiar su activismo personalmente. Aunque algunos desconfían de sus intenciones, Park persiste.

Aunque no conoce a los destinatarios, Park recibe mensajes de agradecimiento. “Los norcoreanos obedecen al Estado sin cuestionar, temiendo las consecuencias. Esto es lo mínimo que puedo hacer para ayudarlos”, afirma Park.